miércoles, 30 de enero de 2013

También fuiste olvidado

¿A dónde vamos, compañero, si en todos lados somos viajeros errantes? Pretendes hablar de renombres y apellidos rimbombantes, sigues siendo mortal y mendigo como antes. De nada sirve encontrarnos, aunque sé que me buscaste. Huí de tus ojos para no herirme con la punta afilada de tus lanzas y cuchillos, preferí correr hasta perderme que vivir cerca de tanto peligro.

Dejé plantadas en mi sendero pequeñas semillas de luceros, de madreselvas y de crisantemos, si no se las comen los pájaros, en primavera y en verano encontrarás mi destino año tras año; date prisa, las aves ya están comiendo...

¿Llorar, hermano, mi amigo? Ya no sirve para ninguno de ambos, para nada hemos llorado, fue desobligado. No caigas en la tentación de encontrarme de verdad, ya no estaré a tu mano. Pido que comprendas, que entiendas mi correlato. No sé desde dónde te escribo, ni sé siquiera este mensaje a dónde mandártelo, ya no te conozco, ya no te alcanzo.

Entre las llamaradas de eternos pasados me consumí, el fuego del ayer aún ardía en el profundo bosque que plantaron tus abrazos y no pude resistir el deseo de recordarte nuevamente y de volver a ver tus palabras pintadas en mis labios, de recorrer juntos, en un recuerdo inmortalizado los ensueños que ambos compusimos aquellos años.

Salté a la hoguera que ardía con lágrimas de luz cayendo alrededor, te vi detrás de mis huellas, buscando mi camino, ¡Te pude gritar! ¡Te pude llamar! Sin embargo el tiempo ya me había transmitido su daño, llorando mis labios de ti se olvidaron, no volaron más mis plumas ni oyeron los vientos mi canto, me dediqué a volverme fuego y a irme al cielo, flotando.

Por eso ya no contesto más tus llamados. No tengo boca para gritarte, tampoco tengo manos. No sé dónde estamos, dudo mucho que volvamos, ni juntos ni por separado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario