jueves, 19 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula IX

Han pasado dos semanas desde la noche en que se presentaron ambas pero sé que me siguen rondando como buitres elevados, escondidos entre las nubes, esperando el mejor momento para entregarse a su macabro festín.

Ayer, mientras dormía, logré ver a lo lejos a esa muñeca, estoy seguro que es una muñeca de porcelana. Por algún motivo me encontraba marchando con una multitud, coreando arengas contra algún nuevo impuesto quizás y la observé primero de espalda, completamente desnuda, nadie más que yo ponía atención a esa extraña figura, erguida en medio de toda la gente, con su piel lechosa y brillante. Lentamente se dio vuelta, la recorrí desde los pies, subí por su talle y se cubría el rostro con ambas manos, me di cuenta que ella también me veía a mí, que me pensaba anónimo entre tanta gente. Pude ver sus ojos fijos en mi corazón, esos ojos muertos que siempre me han perseguido; avancé entre el contingente hasta llegar a la punta, me seguía observando con dureza, aproveché el cruce con una calle para apartarme de la manifestación y perderme de su vista pero cuando enderecé mi vista hacia el frente, ahí estaba esperando en la siguiente esquina, una mano en el rostro, la muñeca extraña, caminé como hipnotizado y atraído irremediablemente por su mirada. Ella ni siquiera se movía. Me detuve en la contraesquina y la muñeca volteó su cuerpo hacia mi ubicación, retiró la mano del rostro y ¡se arrancó la cara completa! Los bordes irregulares le daban el aspecto de una boca llena de terribles dientes listos para devorarme, ese hueco que ahora exhibía como faz era aún más espeluznante que la máscara inexpresiva de dura mirada de siempre.

Presa del miedo, me quedé inmóvil frente a la muñeca. Comencé a sentir una humedad muy cálida resbalando por mi entrepierna, hasta caer a mis pies y encharcarse dentro de mi zapatos. Ni siquiera fui capaz de temblar o de gritar y volverme loco presa del terror más absoluto que nunca había experimentado. Recordé todas las ocasiones en que tuve miedo cuando era niño y ninguna fue equiparable a esto, mis miedos adolescentes parecían bromas de Noche de Brujas.

La muñeca devolvió su máscara de porcelana a su lugar. Luego todo se cubrió de una espesa niebla que me envolvió como a una momia yerta. Escuché un ruido que destempló mis nervios y mis dientes, un chirrido como miles de uñas metálicas rasguñaran un finísimo cristal...

Desperté intranquilo, sintiendo ese chirrido perforando mis oídos. He sentido cosquilleos en las yemas de mis dedos cada vez que algo chilla aunque sea un poco, estos eventos me están destrozando los nervios.

Déjame que sea agua de lluvia sin que me veas llover...


Floto en la inmensa coralina de mi traspatio,
entre nubes y niebla me hundo despacio.
Afloro del concreto y se vuelve tierra fértil
¿Quién dijo que mi muerte no sería útil?

Camino de piedras y terracota apretada
me electriza tu aroma de calle mojada,
me confundo con esa ligera gasa que flota
y me elevo con ella hasta regresar como gotas.

Caigo, me precipito, mojo, me desintegro
acariciando las almas, a la tierra me entrego.
Muero de nuevo, muero de viejo, muero porque me muero
Lluevo, soy agua, soy gota, soy lluvia y lluevo.

Rompo el concreto y se vuelve tierra fértil
¿Quién dijo que mi muerte no sería útil?

miércoles, 18 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula VIII

Cuando desperté, con el pleno recuerdo de esos encuentros, me sentí tan descansado como hace mucho no sucedía. Creo que el resto de mi sueño simplemente dormí, ignorando todo lo anterior, estaba cansado sin más.

Nunca atendí las advertencias de tantos que decían que era mejor mantenerme alejado de ti, Violeta; quizás vieron lo que yo, ofuscado como estaba, no pude ver. Sigo pensando qué recibiste a cambio de traerlas hasta mí...

¿Quién será ese "enemigo antiguo" que me visitó y qué relación guarda con esa mujer extraña? Me siento completamente incapaz de responder eso ¡Ni siquiera sé qué buscan esos espantos! Esa sombra amorfa me recordó a cierto personaje de una película de animación japonesa que vi hace años, quizás sean del mismo tipo. Esa otra mujer menuda me ha parecido cada vez más como una muñeca de porcelana, de esas antiguas monas que valen miles y no dejan de estar horriblemente tiesas, con sus ojos muertos, clavados en todo lo que vive y tiene sangre en las venas. Su puro recuerdo me produce escalofríos y un dolor en mi hombro izquierdo.


Creo que nunca había estado tan cerca de esas aparecidas, sigo con el recuerdo clavado en mis ojos. Sentir las caricias de esa "muñeca" espectral fue algo extraño, me excitaba sentir ese cuerpo menudo, bien torneado, restregándose contra mí; sus manos me estremecían al flotar sobre mi piel hasta que pesaron demasiado. Luego aquel ser sin forma, negro como terciopelo, que balbuceaba con sus labios arrugados apenas visibles en esa piel blancazulada... De haberlo tocado, seguro que su cuerpo estaba formado por alguna sustancia viscosa, como la piel de los sapos recién salidos de la tierra.


¿Quién manda a quién?


Aún siento dentro de mí la misma inseguridad, las mismas ansias al momento de dormir, sigo con miedo, ahora más por esas visitas, estoy muriendo en vida cada noche que comienzo a sentir cómo el sueño me va invadiendo y mis esfuerzos resultan inútiles ante la exigencia de tan imperante necesidad. Ya comienzo a ver que las cosas se mueven solas, sombras que se mueven por debajo de los muebles, insectos que aparecen y desaparecen un segundo después, hasta las paredes ondulan como si fueran de agua.


De pronto mi realidad se parece mucho a mis sueños.

jueves, 12 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula VII

Ya cerca del amanecer caí sobre la almohada. Ahí estaba ella, puntual a su búsqueda, se acercaba a mí, me acariciaba con sus dedos lisos pero no lograba verme, nunca le vi la cara. Preferí quedarme quieto, muy quieto hasta que se aburriera de reconocerme y cerré los ojos.

Su respiración era jadeante, balbuceaba algo y todo su cuerpo se sentía liso y frío, intensamente frío. Sus manos me parecieron pesadas como yunques y las caricias fueron pronto dolorosas, me jalaba de los brazos y sentía nuevamente ese dolor intenso en la articulación; no sé cómo resistí sin volverme loco, sin lograr despertar. La mujer se fue resbalando de mi cuerpo, entonces me sentí como de goma y mis brazos se estiraban cuando los aferraba, luego mis piernas, los pies... Dejé de sentirla, permanecí quieto un poco más para asegurarme de que ya no estaba ahí, abrí los ojos y estaba acostado en el sillón donde me quedé la noche anterior.

Entraba claridad por las ventanas, ahora sí tenía plena seguridad de estar despierto. Me levanté y fui a la cocina a tomar un vaso de agua, sentía las coyunturas tensas pero en su lugar. Me llevó algo de tiempo darme cuenta de que estaba pisando un suelo de tierra empantanada.

¡Corre! me dije de inmediato pero el acto de levantar un pie para comenzar a correr me llevó eternidades, como si estuviera pegado al suelo. Levanté la vista y se acercaba a mí una figura oscura, muy deforme, alta... Avanzaba lentamente, parecía arrastrarse por el suelo, como si fuera parte del piso. Estuvo frente a mí, no podía moverme por el miedo, lloraba de impotencia y de rabia; pude ver un reflejo en esa masa obscura que me pareció un rostro viejo y arrugado, un rostro ancestral.

Me logré controlar lo suficiente y le cuestioné su identidad, farfulló algo y logré entender "enemigo" y "antiguo" solamente. Siguió emitiendo sus gruñidos y resoplidos un tiempo más, guardó silencio y comenzó a disminuir el tamaño de esa torre amorfa mientras se volvía traslúcida. Así fui regresando a la conciencia y desperté, finalmente, a la realidad.

Miré mi reloj, eran aún 4:35 am, faltaba una hora y media para que amaneciera y yo seguía con sueño... Me acomodé en el sillón y cerré mis ojos.

Onírico Perfume

Mi cama huele a ti,
mi amada, te extraño.

Aún percibo tu dulce aroma
que enciende mi ánimo
y me consume en un fuego abrasador.

Huelo tu perfume, tan íntimo,
flotando en la recámara,
cayendo en mi piel
deseosa de tu recuerdo.

Mi almohada guardó
un instante de tu ser
que me entregó al dormir.
Volverá tu cabello a adornar mi lecho.

En mis manos mantendré tu caricia
que dejas en mi ser.
Pronto nos volveremos a ver...

Muñeca Noctámbula VI

Era común verte seguida, como escoltada, por esa mujer robusta o su sombra, por llamarle de algún modo a su forma menos definida; cuando preparabas la comida ella estaba cerca de ti como si te dictara la receta y supervisara que la ejecutaras perfectamente. Otras veces parecía que ella cuidaba de nuestra hija mientras tú lavabas la ropa, nunca entendí tu necedad de bajar de madrugada, con la niña envuelta en cobijas, a lavar la ropa en el lavadero ¡Tenías una máquina a tu entera disposición! Cuando te bañabas, esa mujer hacía guardia afuera del baño, ni siquiera te dejaba mientras hacíamos el amor.

Violeta... ¿Qué tienes tú que ver con mis sueños?

Te soñé hablando con esa mujer que te seguía, tú le decías que habías encontrado lo que pedían, creo te referías a mí, afirmabas con vehemencia que habías encontrado exactamente lo que ellas necesitaban; supe por tu rostro que la otra mujer te hablaba pero nunca le escuché ni un murmullo. Dijiste algo sobre tu pago y te vi sonreír satisfecha ¿Qué te prometieron? ¿Por qué me vendiste así? En verdad es tanto tu odio contra mí... ¿Será que sólo me buscabas a cambio de tu recompensa? ¿Qué ganaste, Violeta, qué?


He sufrido insomnio desde aquella noche que sentí que me tocaba la pierna... Ya no sé si dormir o mantenerme despierto, nada me asegura que estaré sin verla. Por las mañanas despierto como si hubiese caminado dormido y rodado por las escaleras, olvido pronto lo que soñé, si acaso sueño.
Me consumen las dudas que ahora tengo, no comprendo cómo creí que en verdad me amabas Violeta, para ti fue simplemente hacer tu trabajo una vez más, cual cazarrecompensas profesional. Qué habrás acordado cobrar a cambio de ese trabajo, no lo sé, pudieron ser tantas cosas... Mi tranquilidad de nada te serviría; tal vez eres una bruja que necesita robarle la juventud a la gente para mantenerse joven y bella, eso explicaría por qué después del primer embarazo recuperaste pronto la misma figura estilizada que tenías y también esta ocasión de tu segundo embarazo, te recuperaste sin problema...

¿Qué fue lo que te pagaron? ¿Acaso será cierto eso que me dijeron? Acudí en cierta ocasión a una lectura de tarot y la mujer que me atendió estuvo largo tiempo sin decir palabra ni mirar las cartas: Mantenía fija su mirada en mi pecho. Cuando por fin se movió, me habló sobre unos hombres en túnicas negras, todos ellos con cabezas rapadas, ofrecían un bebé humano en sacrificio a un ser mitad hombre, mitad lobo, quien tomaba al niño por un tobillo y lo degollaba con un puñal; mientras se desangraba la criatura, elevaban cantos, rezos e inciensos hediondos... No quiso tirar las cartas para mí, ni esa ni ninguna otra ocasión, me dijo que yo estaba maldito... ¿Por qué maldito? ¿De dónde?

No creo que algún día vayas a sacrificar a nuestra hija, tampoco a tu segundo hijo. Sé que no eres capaz de eso. Es difícil entender a qué se refería esa mujer cuando me habló de aquella visión que tuvo, quizás simplemente estaba alucinando por tanto incienso aspirado... Tampoco creo que haya sido tabaco lo que estaba fumando.

miércoles, 11 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula V

¿Dónde estás Violeta? Hace mucho que no me llamas, me había acostumbrado a recibir tus insultos una vez por semana, luego dos, tres, cuatro veces en un mismo día. Ahora nada. Tu silencio me preocupa Violeta ¿Por qué no respondes?

Recuerdo que tuve una pesadilla cuando era niño, en ella veía una cabeza de venado cercenada, frente a mí, chorreando sangre y espuma por la boca, sus ojos blancos me perforaban el alma; resoplaba pesadamente y su aliento apestaba a podredumbre. Comenzó a reírse de mí, tan asustado que me oriné en la cama, se reía fuerte, burlón, me amenazaba con sus dientes. Ahí estaba ella, como buscándome entre la neblina que salía de abajo de mi cama... Desperté ya avanzada la mañana, empapado. Tuve que enfrentar el regaño y castigo por eso.

La cabeza no volvió a aparecer en mis sueños y ella no se iba de ellos. La veía a lo lejos, la veía entre las nubes, la veía saliendo del agua, la veía flotando dentro de ella, la veía en todos lados cuando dormía. Nunca me asusté verdaderamente por verla tan a menudo. Eventualmente se me presentaba casi frente a frente, siempre al pie de árboles de aguacate. Su aparición en mi descanso fue diluyéndose, aunque siempre se acercaba más. Un día, sin más, ya no apareció.

Cuando conocí a Violeta habrían pasado quizás siete años desde la última ocasión que vi a la mujer blanca. Algo en esa muchacha delgada, de piel blanca y tersa, me recordaba a ese espanto. Ella también podía verla, sospecho que también le habló: Una vez la vi, al lado de esas dos mujeres... ¡Por eso me parecían tan familiares esas dos mujeres! ¡Sabía que ya las había visto antes! ¿Qué conexión tienes con ellas Violeta? ¿Quién eres en verdad? ¿Qué eres? ... Recuerdo verte a menudo con la mujer robusta de falda deslavada, esa mujer te seguía casi a todos lados.


También recuerdo que, durante el tiempo que estuvimos juntos, veía muchas sombras que me seguían, me sentía siempre acechado y vigilado...


                                  ¿Quién eres Violeta?

Muñeca Noctámbula IV

Vino a mi memoria nuevamente el sueño del pasillo y las dos mujeres. Escuché que ambas se reclamaban algo como propio pero que no lo podían conseguir... ¿Qué podrían buscar?

Esa mujer blanca me intriga...


Durante el sueño escuché claramente esos pasos livianos y el sonido metálico tan característico de la andadera, no podría equivocarme luego de años de escuchar el mismo ruido en la noche callada. Lo diferente esta vez es que no encontraba a nadie caminando cada vez que abría los ojos, los pasos simplemente iban y venían como con voluntad propia; escuchaba murmullos cerca de mí y las mujeres seguían disputando lo inalcanzable.


Esa noche tú estabas muy inquieta y tu respiración era irregular y forzada ¿Qué te sucedía, mujer? Intentaba acercarme a ti pero no podía moverme, no debía moverme. Algo me advertía que de hacerlo, la mujer de piel blanca y lisa sabría dónde estaba y me arrancaría los brazos... Pasó cerca de mi cabeza, pude escuchar los pasos dentro de mi cabeza, sin duda me buscaba sin descanso. Tal vez me están buscando a mí, tal vez soy una víctima más, alimento para brujas.


¡Tengo miedo! Nunca me había sentido amenazado de esa forma tan continua, tan penetrante y fría; he leído nuevamente los viejos manuales para exorcizar brujas que he encontrado en la red, en bibliotecas, en todos lados donde los he encontrado y ninguno me hace sentir más protegido.
¿Cómo puedo pelear en contra de algo que ni siquiera sé si es real o imaginario?

No obstante, tengo que hacer algo
y pronto...

martes, 10 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula III

Creo que me sugestioné pensando en ese sueño... Revisé la habitación de cabo a rabo y no había nada, nadie, ni siquiera bichos. Me siento más tranquilo ahora aunque es muy vívido aún el recuerdo de lo que sentí aquella noche.

Ese chistesito de la puerta me costó años de terapia, no lo sabías. No eran fruslerías, sabes que no lo eran porque tú también la viste algunas veces, mientras lavabas la ropa recién amaneciendo. Me dijiste en una ocasión que ella subía las escaleras y entraba a nuestra recámara, donde yo y la nena aún dormíamos ¿Ya lo olvidaste? De todos modos ya no es importante, ahora eso es una fruslería, irónico... Me alegra que me abandonaras, sin ti estoy mejor.

En el verano pasado en la casa de mi abuela vi, después de mucho, a esa mujer de porcelana. Ahí estaba, parada al pie del árbol, la vi de reojo y pensé que sería mi abuela, a quien vi saliendo de su recámara cuando yo regresaba del patio. Además, aquella mujer no usaba una andadera para moverse. No recuerdo cuándo la vi por primera vez, creo que fue desde pequeño que la comencé a ver en mis sueños, al principio la veía hablándome desde lejos, conforme pasaron los años iba acercándose más hasta que, al parecer, me ha encontrado...

Muñeca Noctámbula II

Volvió ese sueño. Ya no sé qué pensar. No sé ni siquiera si fue un sueño, esta la vez la sentí muy real... ¡La sentí! Todavía desperté y en mi brazo vi sus dedos largos y elegantes, sé que los vi...

¡Tú y tus putas fruslerías! ¡Me tienes harta! Siempre pensando en lo mismo, siempre traumado con lo mismo... Me acuerdo que me dijo antes de dar un portazo que quebró mi ánimo y el vidrio de la puerta. El chistesito salió caro, muy caro.

Ahora sí no son fruslerías... Tus manos no tienen dedos largos ni tienes la piel tan blanca; esos dedos parecen de porcelana fría. No sé qué quiere, la he visto en otros sueños también.

Recuerdo que en una ocasión la vi en el pasillo, estaba parada afuera de la recámara y hablaba con otra mujer, de cabello rizado, alta, robusta... Nunca le vi la cara a ninguna pero supe que esa figura delgada sin duda era la misma de mis sueños; algo las inquietaba, algo malo, parecían nerviosas y enojadas. Ellas no se daban cuenta de que las estaba escuchando, pensaban que ya estaba dormido; discutieron mucho tiempo, quizás durante tres cuartos de hora y luego la mujer alta, recuerdo que vestía una falda que quizás fue rosa, se despedía y caminaba hacia la pared y la mujer delgada entraba a la habitación. Escuché algunos pasos que regresaban de la sala hacia la recámara, aunque no vi a nadie.

¡Aquí está! Me acaba de tocar la ppiernna m , pu f pude ver u su ma mano en mi muslo ¡carajo! ¿¡Qué carajos quiere!?

lunes, 9 de julio de 2012

Entrañas

Hoy desperté sintiendo una extraña soledad, un sabor de melancolía doce veces reposada.
Extraño a algo, extraño a alguien o extraño nomás por hacerlo, cualquier opción vale

Tal vez sea la música callada del amanecer o los colores azules y naranjas del cielo o el viento fresco que entra por la ventana...

Me siento lejano, vacío, solo, solitario, desarraigado y exiliado. Hoy desperté extrañado y extrañando.


Quise hablar y estuve sin palabras ante muros impenetrables, en planicies de insondable soledad. Nadie habla, nadie escucha, nadie responde, nada.


En los días más hermosos de la canícula se pierden tantas almas entre las nubes enormes y los rayos del sol, se cuelan entre las gotas de lluvia y se van Dios sabe dónde... Ya no se quedan entre nos, ya se aburrieron de nos.


Las paredes de mi casa parecen coladeras de metal, el aire chilla al pasar por ellas... Desaparecen las miradas cortantes, sus ojos cercenados ruedan por el suelo y van a dar al drenaje.


Me largo de aquí en olas de color arcoiris, llanto vítreo del cielo. Corro hasta desmayarme y tropezar, me levanto para seguir corriendo. Sin llegar a ningún lado, empero. Sigo en soledad, no me encuentro, no te encuentro, no lo encuentro, y sigo conjugando al exilio para cosificarlo, para traerlo a mi existencia y ya no estar solo.


La profunda nota de la ausencia se escucha en mi cabeza, zumbando, revoloteando como mariposa de hojalata.


Me condenaron al silencio y el silencio se vuelve insoportablemente fuerte.

domingo, 8 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula

Son sueños, fruslerías -dijo en una ocasión mi otra esposa-, sin importancia.

No era la primera vez que veía a esa mujer en mis sueños. Una y otra vez y a la siguiente vez también, aparecía esa mujer extraña, no sabría decir si fea o no, era simplemente extraña. Me hablaba quedo, como si tuviera miedo de ser escuchada y luego me jalaba el brazo izquierdo; sentía que me dislocaba el hombro tan sólo con posar su mano, la yema de sus dedos bastaban.

Era curioso despertar en ese momento preciso y darme cuenta que mi hombro seguía donde mismo, sin dolor.

Una vez la vi pero ya no me jalaba, ella se acercaba a mí, como buscándome entre tinieblas escabrosas. Su tacto ya no era un sufrimiento: Se tornaba cálido, como si estuviera viva la carne. Intenté acercarme a ella pero me moví inseguro y se esfumo su silueta entre neblinas.

Son sueños... Fruslerías sin importancia. Siempre quise saber qué carajos significaba esa frase para Violeta... ¿Qué chingados querías decir con eso?

Hoy la soñé a media tarde, me quedé dormido por el calor húmedo del verano combinado con un abundante plato de huevo frito con salchicha y tocino. Se acercó a mi lado, luego estuvo de frente a mi, me tocó y correspondí la caricia en su piel. Seguía siendo una mujer rara, su piel se sentía más lisa de lo normal, como si estuviera bañada en porcelana. Se acercó a mi oído y me dijo que nos volveríamos a ver o algo así, no le escuché bien de tan bajo que hablaba.

jueves, 5 de julio de 2012

Ligera Muerte en E minúscula.

Toda la noche suene y suene:
Duerme tranquilo el nene
duerme, sueñe que sueñe.

Sueña el niño, sueña que muere.
Muere mi niño, muere mientras duerme.

Me habla para que lo despierte,
mi niño sueña, mi niño duerme.

Toda la noche sueñe y sueñe:
Sueña que muere el nene
Muere durmiendo sin que suene.

Luego la mañana amanece:
Despierta risueño el nene
despierta juegue y juegue.

Juega el nene a que se muere,
juega mi niño y se duerme
y sueña, dormido, que se muere.