domingo, 8 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula

Son sueños, fruslerías -dijo en una ocasión mi otra esposa-, sin importancia.

No era la primera vez que veía a esa mujer en mis sueños. Una y otra vez y a la siguiente vez también, aparecía esa mujer extraña, no sabría decir si fea o no, era simplemente extraña. Me hablaba quedo, como si tuviera miedo de ser escuchada y luego me jalaba el brazo izquierdo; sentía que me dislocaba el hombro tan sólo con posar su mano, la yema de sus dedos bastaban.

Era curioso despertar en ese momento preciso y darme cuenta que mi hombro seguía donde mismo, sin dolor.

Una vez la vi pero ya no me jalaba, ella se acercaba a mí, como buscándome entre tinieblas escabrosas. Su tacto ya no era un sufrimiento: Se tornaba cálido, como si estuviera viva la carne. Intenté acercarme a ella pero me moví inseguro y se esfumo su silueta entre neblinas.

Son sueños... Fruslerías sin importancia. Siempre quise saber qué carajos significaba esa frase para Violeta... ¿Qué chingados querías decir con eso?

Hoy la soñé a media tarde, me quedé dormido por el calor húmedo del verano combinado con un abundante plato de huevo frito con salchicha y tocino. Se acercó a mi lado, luego estuvo de frente a mi, me tocó y correspondí la caricia en su piel. Seguía siendo una mujer rara, su piel se sentía más lisa de lo normal, como si estuviera bañada en porcelana. Se acercó a mi oído y me dijo que nos volveríamos a ver o algo así, no le escuché bien de tan bajo que hablaba.

No hay comentarios:

Publicar un comentario