jueves, 12 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula VII

Ya cerca del amanecer caí sobre la almohada. Ahí estaba ella, puntual a su búsqueda, se acercaba a mí, me acariciaba con sus dedos lisos pero no lograba verme, nunca le vi la cara. Preferí quedarme quieto, muy quieto hasta que se aburriera de reconocerme y cerré los ojos.

Su respiración era jadeante, balbuceaba algo y todo su cuerpo se sentía liso y frío, intensamente frío. Sus manos me parecieron pesadas como yunques y las caricias fueron pronto dolorosas, me jalaba de los brazos y sentía nuevamente ese dolor intenso en la articulación; no sé cómo resistí sin volverme loco, sin lograr despertar. La mujer se fue resbalando de mi cuerpo, entonces me sentí como de goma y mis brazos se estiraban cuando los aferraba, luego mis piernas, los pies... Dejé de sentirla, permanecí quieto un poco más para asegurarme de que ya no estaba ahí, abrí los ojos y estaba acostado en el sillón donde me quedé la noche anterior.

Entraba claridad por las ventanas, ahora sí tenía plena seguridad de estar despierto. Me levanté y fui a la cocina a tomar un vaso de agua, sentía las coyunturas tensas pero en su lugar. Me llevó algo de tiempo darme cuenta de que estaba pisando un suelo de tierra empantanada.

¡Corre! me dije de inmediato pero el acto de levantar un pie para comenzar a correr me llevó eternidades, como si estuviera pegado al suelo. Levanté la vista y se acercaba a mí una figura oscura, muy deforme, alta... Avanzaba lentamente, parecía arrastrarse por el suelo, como si fuera parte del piso. Estuvo frente a mí, no podía moverme por el miedo, lloraba de impotencia y de rabia; pude ver un reflejo en esa masa obscura que me pareció un rostro viejo y arrugado, un rostro ancestral.

Me logré controlar lo suficiente y le cuestioné su identidad, farfulló algo y logré entender "enemigo" y "antiguo" solamente. Siguió emitiendo sus gruñidos y resoplidos un tiempo más, guardó silencio y comenzó a disminuir el tamaño de esa torre amorfa mientras se volvía traslúcida. Así fui regresando a la conciencia y desperté, finalmente, a la realidad.

Miré mi reloj, eran aún 4:35 am, faltaba una hora y media para que amaneciera y yo seguía con sueño... Me acomodé en el sillón y cerré mis ojos.

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