jueves, 12 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula VI

Era común verte seguida, como escoltada, por esa mujer robusta o su sombra, por llamarle de algún modo a su forma menos definida; cuando preparabas la comida ella estaba cerca de ti como si te dictara la receta y supervisara que la ejecutaras perfectamente. Otras veces parecía que ella cuidaba de nuestra hija mientras tú lavabas la ropa, nunca entendí tu necedad de bajar de madrugada, con la niña envuelta en cobijas, a lavar la ropa en el lavadero ¡Tenías una máquina a tu entera disposición! Cuando te bañabas, esa mujer hacía guardia afuera del baño, ni siquiera te dejaba mientras hacíamos el amor.

Violeta... ¿Qué tienes tú que ver con mis sueños?

Te soñé hablando con esa mujer que te seguía, tú le decías que habías encontrado lo que pedían, creo te referías a mí, afirmabas con vehemencia que habías encontrado exactamente lo que ellas necesitaban; supe por tu rostro que la otra mujer te hablaba pero nunca le escuché ni un murmullo. Dijiste algo sobre tu pago y te vi sonreír satisfecha ¿Qué te prometieron? ¿Por qué me vendiste así? En verdad es tanto tu odio contra mí... ¿Será que sólo me buscabas a cambio de tu recompensa? ¿Qué ganaste, Violeta, qué?


He sufrido insomnio desde aquella noche que sentí que me tocaba la pierna... Ya no sé si dormir o mantenerme despierto, nada me asegura que estaré sin verla. Por las mañanas despierto como si hubiese caminado dormido y rodado por las escaleras, olvido pronto lo que soñé, si acaso sueño.
Me consumen las dudas que ahora tengo, no comprendo cómo creí que en verdad me amabas Violeta, para ti fue simplemente hacer tu trabajo una vez más, cual cazarrecompensas profesional. Qué habrás acordado cobrar a cambio de ese trabajo, no lo sé, pudieron ser tantas cosas... Mi tranquilidad de nada te serviría; tal vez eres una bruja que necesita robarle la juventud a la gente para mantenerse joven y bella, eso explicaría por qué después del primer embarazo recuperaste pronto la misma figura estilizada que tenías y también esta ocasión de tu segundo embarazo, te recuperaste sin problema...

¿Qué fue lo que te pagaron? ¿Acaso será cierto eso que me dijeron? Acudí en cierta ocasión a una lectura de tarot y la mujer que me atendió estuvo largo tiempo sin decir palabra ni mirar las cartas: Mantenía fija su mirada en mi pecho. Cuando por fin se movió, me habló sobre unos hombres en túnicas negras, todos ellos con cabezas rapadas, ofrecían un bebé humano en sacrificio a un ser mitad hombre, mitad lobo, quien tomaba al niño por un tobillo y lo degollaba con un puñal; mientras se desangraba la criatura, elevaban cantos, rezos e inciensos hediondos... No quiso tirar las cartas para mí, ni esa ni ninguna otra ocasión, me dijo que yo estaba maldito... ¿Por qué maldito? ¿De dónde?

No creo que algún día vayas a sacrificar a nuestra hija, tampoco a tu segundo hijo. Sé que no eres capaz de eso. Es difícil entender a qué se refería esa mujer cuando me habló de aquella visión que tuvo, quizás simplemente estaba alucinando por tanto incienso aspirado... Tampoco creo que haya sido tabaco lo que estaba fumando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario