martes, 10 de julio de 2012

Muñeca Noctámbula II

Volvió ese sueño. Ya no sé qué pensar. No sé ni siquiera si fue un sueño, esta la vez la sentí muy real... ¡La sentí! Todavía desperté y en mi brazo vi sus dedos largos y elegantes, sé que los vi...

¡Tú y tus putas fruslerías! ¡Me tienes harta! Siempre pensando en lo mismo, siempre traumado con lo mismo... Me acuerdo que me dijo antes de dar un portazo que quebró mi ánimo y el vidrio de la puerta. El chistesito salió caro, muy caro.

Ahora sí no son fruslerías... Tus manos no tienen dedos largos ni tienes la piel tan blanca; esos dedos parecen de porcelana fría. No sé qué quiere, la he visto en otros sueños también.

Recuerdo que en una ocasión la vi en el pasillo, estaba parada afuera de la recámara y hablaba con otra mujer, de cabello rizado, alta, robusta... Nunca le vi la cara a ninguna pero supe que esa figura delgada sin duda era la misma de mis sueños; algo las inquietaba, algo malo, parecían nerviosas y enojadas. Ellas no se daban cuenta de que las estaba escuchando, pensaban que ya estaba dormido; discutieron mucho tiempo, quizás durante tres cuartos de hora y luego la mujer alta, recuerdo que vestía una falda que quizás fue rosa, se despedía y caminaba hacia la pared y la mujer delgada entraba a la habitación. Escuché algunos pasos que regresaban de la sala hacia la recámara, aunque no vi a nadie.

¡Aquí está! Me acaba de tocar la ppiernna m , pu f pude ver u su ma mano en mi muslo ¡carajo! ¿¡Qué carajos quiere!?

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