Déjame acariciar tu piel,
trenzarme en tu pubis sin depilar
y ser saliva en tus labios.
Déjame tocar tu espalda,
contar tus pecas
y con ellas formar constelaciones
para tener al cosmos
entre mis dedos.
Permite que el sudor de ambos
se diluya en las sábanas
y sea el calor un mutuo refugio
para nuestros cuerpos desnudos.
Dame en la boca tu palpitar
de sexo candente,
de corazón acelerado,
en un orgasmo convulsionado.
Sublime.
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