miércoles, 12 de septiembre de 2018

Algo a lo que no puedes regresar

Mi escritorio es el mismo, las plumas, las tintas, todo es lo mismo excepto yo.
Frente al escritorio ya no encuentro las palabras, las he perdido en alguna mudanza.
En la planta baja recuerdo haber dejado unos cuantos versos regados, en el segundo piso puede que varias hojas se hayan quedado, entre olvidadas o intencionalmente abandonadas, sigue siendo lo mismo.
¿Dónde quedó lo demás de mí?

Quise escribir como acostumbraba hace tiempo y me quedé en blanco como si la hoja proyectara su color en mí, blanco infinito. Hay tristeza que me impide ver más allá, como siempre pasa. Todo es lo mismo menos yo.

Esta vez no le ofrezco al mundo nada, esta vez debí ofrecerme a mí todo y aceptar todo pero me faltan mis palabras, mi lengua está tiesa y muda como cadáver momificado. Mi corazón me dice "Recuerda... Recuerda" pero nadie responde a su llamado, la palabra se quedó en peñaranda. Recuerda, recuerda.

El amargo, el despido, el llanto, el regreso, el olvido... Recuerda.

Palabras faltan, no sobran. Ahora aquí las palabras faltan, no están.

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