Hoy noté que no mentían
al decir que era la cigüeña
la que a los bebés traía.
Mientras te cuidaba
cerca del hospital volaban
blancas las plumas,
pura su alma,
día y noche volando
con los bebés en el pico llorando.
Tú llegaste desde el cielo
acarreado por una garza hermosa
con el pico enorme y dorado
y un rubí brillante en el pecho.
Hermoso, simplemente hermoso.
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