miércoles, 7 de septiembre de 2011

Cuento lento con moraleja dispareja

Los siete caminos del alma:

Paso a paso, detrás del bastón hecho de palo, camina el viejo de pies pesados. Sus manos parecen nudos con raíces de árbol.

Desde mi asiento de tierra al costado del sendero, le veo acercarse lento, despacio. Desespero, tarda tanto en recorrer tan pocos metros.

Frente a mí lo veo, está pasando sin prisa. Creo que está ciego, no me ha mirado y sigue de largo. Es un viejo extraño, al verlo mis pelos se han erizado.

Sigue en el sendero largo y soleado, su vista al suelo parece que busca algo.

Me levanto en seco y le hablo al abuelo encorvado. No sé si me ignora o no me ha escuchado. A hablarle vuelvo, ahora sí le he gritado. Se para el viejo voltea y sigue caminando. Despacio se sigue alejando.


Lo sigo, es sorprendente que tan atrás me ha dejado, paso a paso; yo corro, él ni siquiera se ha apurado. Sigo y sigue, hacia el bosque cuadrado ha enfilado. Corro, corro, no lo alcanzo.

Entro al bosque, los caminos son varios; sigo al viejo y voy sudando. Él sin prisa sigue andando. Por correr en el bosque tropiezo, pierdo de vista al anciano. ¡Me llevan los diablos! Ahora camino con más cuidado, creo que estoy perdido, no sé para dónde ha marchado. En el cruce de cinco caminos he quedado.

Busco, veo el suelo ¿Las huellas se han borrado? Me hinco, soplo la tierra, no hay rastro. Al alzarme, el abuelo me está mirando, sentado en una piedra y agarrando con fuerza su palo.

Me dice: Estos caminos te llevarán a muchos y a ningún lado. ¿Por qué me sigues? ¿Qué te he robado?.

Su voz suena fuerte, fuerte y claro, no parece viejo, no tanto. Me siento frene a él, creo que de verlo me he asustado. Guardo silencio mientras habla.

Has corrido a lo tonto, ahora pareces espantado. Lo que buscas no encontrarás en ningún sendero andado. Observa bien, muchacho: Ya llevas caminos pasados. En uno te sentaste, en otro estás cansado, en el tercero te caíste al suelo ¿Te animas a caminar el cuarto?

Permanezco en silencio, el sabio está hablando:

Tú buscas afuera y en otros adentros tus propios andamios. No seas terco, no busques tanto; que a veces de tanto buscar termina uno encontrando lo que no había buscado. No vaya a ser que usted también se pierda chamaco. Apenas ayer yo estaba perdido, hoy, Bendito Dios, me he encontrado. Ahora vuélvase a su casa, yo me voy a la mía caminando...


Moraleja: La vida no se trata de uno mismo, se trata de los demás. A los seres nativos de esta tierra les debemos tanto...

2 comentarios:

  1. Ah como nos encanta perseguirnos a nosotros mismos...

    ¿Por qué será que no somos capaces de reconocer las máscaras que hemos inventado antes?

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