miércoles, 26 de junio de 2013

Vélame, ya he muerto.

Hoy probé de ti tu limosna, la migaja de cercanía que estuve implorando tanto tiempo...

Pude ya sentir entre mis dientes el aroma fuerte de tu sexo mojado. Pude degustar el sabor de tu piel en íntima comunión con mi pobreza y tu altivez; bebí del cáliz sagrado la gota de vino que ha quemado mi lengua eternamente y mi sed no se vio apagada. Probé de tu boca la ínfima caricia que pedían mis labios y desde entonces no han parado de llorar.

¿Qué hice, Dios, para merecer tan amargo bocado? ¿Qué hice, Oh Señor, para ser mendigo de una sombra?
¡Oh Gran Hijo-De-Puta! que te arrastraste a sus pies como perro faldero, ahora sufres por tu denotada pobreza. Tristeza del alma aciaga que mendigó, cual pordiosero, el beso negado y prohibido por el desdén.

Bajé hasta el más profundo de mis abismos para acercarme a vos, mujer velada entre cirios rojos y morados, sufrí las piedras y la oscuridad que se tragaba todo a su paso para estar recostado a tu lado, admirando tus senos y tu pecho todo, danzando acompasados con el viento que te da vida. Sacrifiqué en mi más bello altar mis manos mismas y mi sangre, encendí inciensos hechos con mi alma y elevé en tu nombre cánticos, rezos y humos de mil colores.

Me sentí pleno al saberte mía por un segundo, por un fugaz guiño. Fuiste mía, de nadie más... Pero...

¿Por qué sufro ahora, Diablo? ¿Acaso no le recé con vehemencia a esa Diosa Puta que me pedía tan caros sacrificios? ¿Por qué sufro hermano Diablo?

¡Obsérvame, mujer negada! ¡Obsérvame con tu alma! Héme ante ti sin manos, sin labios, sin ojos, sin sangre, sin alma, sin colores. Heme aquí, frente a vos, Diosa de Ébano, llorando rosas y jazmines y tú, altiva divinidad terrena, Diosa Banal de mil amores, simplemente ríes y me escupes inmundicias. De ese sexo tuyo, antes tan glorioso, ahora recibo pútridos vinos y amargos vinagres que queman mi piel y me destrozan la hombría... Me haces tu eterno eunuco.

¡Mírame otra vez, Diosa Perra, Diosa Puta! Te pido que me des otra vez la flor hermosa y fragante de tus labios y que sea tu intimidad presente en mis noches y entre tus piernas, estén nuevamente mis (de)cadencias.

No hay comentarios:

Publicar un comentario