domingo, 3 de julio de 2011

La vuelta al redondel.

Hombros cuadrados, marcados bíceps a través de la torerilla.
Zapatillas como la tradición reclama.
El pelo agarrado en coletilla,
marcha el torero al coso rezando a la Virgencita.

El corazón en un puño apretado contra el pecho,
la lágrima que se resigna en el sinsalida del adiós.
Marcha, pezuña tras pezuña
la noble bestia entristecida por su bravor.

Se baten hombre y res en la arena,
ambos se sangran, se envenenan,
ambos se mueren:
Uno en la enfermería
el otro en la revuelta...

¡Oh! Nobles toros, dulces bestias...

1 comentario:

  1. Si los toros son arte, entonces Hitler bien puede pasar por gran artista...

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