martes, 1 de julio de 2014

Oráculo de la selva

Con el sonoro golpe de los tambores
de esta tierra nativos y enraizados,
se erige de vuelta el ídolo de oscura piedra
con fuegos e inciensos que flotan.

Las manos lo levantan despacio,
con precisa fuerza lo dirigen a su nicho
donde han ofrendado con cariño
el corazón risueño de un niño.

El fuego se enciende en la hoguera
y las caracolas resuenan,
tambores graves inundan el templo,
el ídolo brilla en su asiento.

Se impone el silencio del trueno,
afuera comienza una tormenta
y la brisa fresca se cuela al altar
erizando la piel del sacerdote.

¡Los dioses se han manifestado!

¿Volverá acaso el guardián negro?
¿Volverá acaso del exilio de hielo?

Los dioses no lo han pronunciado...

Afuera, entre las sombras empapadas
de la tormenta, voló un cuervo.

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