martes, 21 de octubre de 2014

Dentro del laberinto I

Así fue que empecé a dar vueltas, sobre mi eje y alrededor de algo que con mayor fuerza me atraía, girando cada vez más rápido. De pronto estaba en ese algo extraño, dentro de eso. Sabía que había encontrado el centro del laberinto y esa masa amorfa que me había absorbido era la fuente de todo ¿Se supone que deba limpiarla? Adentro veo toda clase de escenas, todas ellas revelan un enorme deseo de muerte, desbocado y buscando la salida. La veo de frente, a donde supongo que están sus ojos, sé que derramo tristeza por los ojos, sabe que exudo melancolía estancada por eras. No le hablo, no creo que entienda, pero abro mis brazos amplios y me acerco mostrando mis dedos separados, la mirada triste y perdida, la mente apagada con una idea atorada: Morir ahora da lo mismo que seguir viviendo, nada cambia. Entonces entiendo el modo de acabar con todo esto y me entrego al deseo, me uno a esa ansia indómita, irrefrenable que busca destruir y matar, un sacrificio sin sentido que no busca aplacar el deseo, sino formar parte de él y reforzarlo. Siendo yo tristeza, había leído cierta vez, que era lo mismo que ser muerte. Me rodeó con su masa, me absorbió nuevamente y mi cuerpo se fue, digerido por ese deseo de muerte, no me interesó sentir ni prestar atención a los sonidos que me llegaban ni al aroma de mi cuerpo siendo disuelto. Creo que sonreí al pensar que así sacaría de mi interior esta tristeza que me desmoronó la vida; al fin se disolvieron mis ojos y comienzo a sentir que llega a mi cerebro, pronto no sabré qué mas sucede...

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