viernes, 17 de octubre de 2014

Hazel

Lo pienso tanto, hoy es tu cumpleaños. Quizás lo celebraste con tus padres, tu hermana y tus amigos.
¿Es bella tu vida hija? La luna ya no me habla de ti, las estrellas tampoco. Tu nombre ahora sólo queda en mi memoria impreso... Acá en la árida Chichimeca las nubes no saben por qué lloran tanto.
Hace un año fue la ultima ocasión que la abuela plateada me habló de ti, su voz ya sonaba hueca, apenas si pudo decirme poca cosa, tú estabas bien, querías mucho a tu hermana y tu madre se veía muy feliz aunque cansada, tu padre también se veía feliz. Me alegré al saberlo, los meses siguientes dejaron de llegar noticias, no decía nada la abuela, me veía esperar ansioso, con mi sonrisa que se volvió lamento y el silencio brillaba en lo alto.

No pensé que ese día llegara tan de pronto.

Acá en el Desierto el colibrí no canta tu nombre y no corre la liebre buscándote, ya no más zumba el aire cortante de siempre. Vuelan los cuervos y no gritan. Suspiro tu nombre, cae el sol en la montaña y todo es noche inhóspita. Acá en el desierto descansó tu nombre, ahora ese desierto me agobia.
A la sombra de las rocas y las palmas se oía tu risa y tu esencia a toda hora se olía. Mil veces las rocas lloraron hasta volverse arena blanca y mueren las palmas sin el polen de tu fragancia...
Me duele tu ausencia, hija, me taladra el pecho con brillantes garras de melancolía.

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