miércoles, 18 de junio de 2014

Escarabajos Cerrados

Hace mucho que no escribía... Me decían quedo mis dedos, mis manos, mis plumas.
Hace mucho que no salías de tus miserias, vagabundo...

De pronto la lluvia comenzó a caer, un pequeño diluvio en medio de la tarde, mientras la gente corría apresurada a refugiarse: Madres con hijos-tortugas haciendo lo que podían ante lo repentino e inevitable, un carnicero pulcro se apresuró a resguardar los chicharrones que exhibía en una vitrina, el tendero que mete las cajas de verdura y los perros calientes ahora se enfrían, el sol ya no los calienta como siempre a esta hora.

¡Mira! ¡Va por allá! ¿Te fijaste qué rápido escapó el candado aquél que tenías en la cabeza? Pareciera que estaba esperando a que lloviera para marcharse...

Volviendo mi cabeza hacia la ventana inundada de gotas que se estrellaban, te dije: Es que es su ciclo de migración ¿sabes? Ese era un escarabajo cerrado que necesitaba que lloviera una tarde, de manera repentina, para seguir su camino hacia el norte, donde habrá de aparearse y morir en cuanto se abran los botones de las rosas en la India, de donde es natal. Eso puede suceder hoy o quizás mañana o nunca, depende del rosal del cual surgió ese escarabajo.

Por su color, creo que nació de un rosal hermoso, frondoso pero que da pocas rosas y son de color bermejo muy oscuro, casi parecen de terciopelo profundo, así como tus ojos y tu voz.

Los escarabajos cerrados nacen de las raíces de los rosales que son plantados durante los primeros días del monzón veraniego. La lluvia y la tierra, anegadas, se endurecen alrededor de la semilla de rosa. Si llovió al caer el sol será una hembra la que emergerá el primer día del invierno en forma de una pupa inmadura que trepa la planta y se afianza en un tallo, volviéndose el primer botón de la rosa del arbusto; si nadie corta el capullo, crecerá una hermosa rosa de grandes y gruesos pétalos, muy fragante y de su interior saldrá volando una escarabajo cerrado del mismo color que su flor. Para que nazca un macho es necesario que llueva por la mañana y salga una luna, al menos, en cuarto menguante en un cielo de pocas nubes, al día siguiente, nacerá en estado adulto un macho aún inmaduro de sus alas que deberá caminar mucho antes de aprender a volar.

En días de monzón intenso, con noche de luna llena, nacen los escarabajos cerrados de Yuga. Extraños insectos capaces de predecir toda una era, por llevarla tatuada en sus finas alas y en sus patas. Nunca deben ser tocados ni capturados, pues son tremendamente violentos, con fuerza suficiente para aplastar el cráneo de un hipopótamo africano de un sólo golpe.

Su ciclo de migración los lleva de la India hacia el mar de Japón, donde se nutren comiendo los desechos de infinidad de peces capturados y desollados vivos, durante todo un año. Continúan volando hacia Australia donde compiten ferozmente contra las arañas violinistas por el agua. Emprenden su vuelo pasadas dos semanas, periodo suficiente para llenarse de agua las mandíbulas multicolores, apuntando hacia América, primero aterrizando en México. Aquí descansa de su travesía durante el tiempo que esté sin llover, anidando en las cabezas de algunos cuantos locos que son capaces de verlos, así como yo...

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