viernes, 20 de junio de 2014

Historia de la creación

Hubo un tiempo en que en el Universo no había soles ni galaxias, era un enorme vacío enmedio de otros vacíos que se unían y uno engullía al otro y entonces dejaba de estar vacío... Cuando se comieron unos a otros y no fue posible seguir, se convirtieron en extraños seres, evolucionaron y con ellos su conocimiento que tenían del mundo.

Todo era oscuro pero ellos sabían ver en esa tosca negrura. Uno de ellos creó los colores y de pronto su cuerpo amorfo se iluminó con destellos que parecían hologramas, escogió el color que más le gustaba y regaló los otros a quien se atreviera a tomarlos. Elevó su brillo dorado y entonces se hizo una esfera gigante, flotando y alumbrando al espacio que los engullía por vez primera.

Cada uno de los que tomaron un color se repartió por aquí y por allá y se fueron creando el agua, la tierra, el aire, el fuego, el éter. Habiendo Luz y Elementales, alguien cantó y otros sonidos y voces le siguieron y de ese canto surgió una bola de terciopelo enorme, como un huevo de avestruz, que al abrirse mostró en su interior a un ser único, especial, sin división ni mancha. Siguieron cantando y naciendo estos bellos seres, capaces de crear como sus creadores y pronto los sobrepasaron en habilidad.

Algunos de los que cantaron, se refugiaron de vuelta en la oscuridad que les era natural. Se contagiaron de algunos colores y mostraban intrincados tatuajes de viva belleza. Otros más, dieron toda su energía para crear y sostener la vida nueva. Otros más durmieron y olvidaron lo que eran, volviéndose polvo que flota entre las estrellas.

Lo demás, ya es historia conocida. La vida se crea y recrea a sí misma luego de ser creada por vez primera y cada vez cambia, aunque sea la misma vida...

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Mi abuelo me contaba una y otra vez esta historia y cada vez sus ojos brillaban y su corazón se animaba, endulzando su voz de trueno hasta parecer un arrullo de terciopelo y satín. Yo soñaba, abiertos los ojos, en esos tiempos lejanos, dentro de mí, surgía la luz de un débil recuerdo que palpitaba en mi corazón.

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